domingo, 8 de noviembre de 2009

Eduardo Mazo

Transcurría el año x cuando paseando por la plaza del Corrillo, en Salamanca, me paré en el puesto de un hombre que vendía sus libros. Ojeé uno de ellos, unos epigramas que se agrupaban bajo el título de "Autorizado a vivir". Tras el pago de x pesetas, me lo llevé con la dedicatoría del autor: "A Javier ¡Por la vida!". Desde entonces y tras leerlo lo guardo como oro en paño, aunque el autor no sea conocido, no tenga premio Nobel, ni Principe de Beukelar. Hoy, año x+y, lo he leido en infinidad de ocasiones y en una de ellas se me ha ocurrido compartir algunos de los epigramas.
Esta es la primera tanda:

En el prólogo:

No me creas, si no confías en ti.


Lo malo de la muerte

es que, casi siempre,

nos encuentra viviendo.


Soñé que soñaba que estaba soñando.

No pude despertar.

Entonces comprendí que el cuarto sueño

era la muerte.


Me gustaba tu culo

porque era trapezoide.


Tendremos que edificar nuevas ciudades

para poner a las calles

los nombres de todos los masacrados.


El drama de los creyentes llega

cuando descubren que Dios es ateo.


Hay tantas ojivas nucleares

sobre nuestras cabezas

que he decidido no peinarme más.


Me gustaba hacer el sesenta y nueve contigo

porque en ese momento

no nos hablábamos.


Me he preguntado muchas veces

si no había llegado el momento de pegarme un tiro.

Y cuando, por fin, conseguía dinero para el arma

siempre terminaba comprando un libro.


A la mayoría de la gente no le gustan

las cosas desagradables,

Pero se empecina en hablar

de si misma.


¡Éramos tantos

cuando ya no éramos!


Pronto será Navidad

¿y qué?


Si me detienen

y me torturan,

desparecerás unos instantes de mis pensamientos.


Cuando vengas a mi entierro

te pellizcaré el culo delante de tu querido.


De perfil, eres tú,

pero a regañadientes.


Si pudiéramos leer los pensamientos de los demás

y los demás los nuestros,

la mentira sería una víscera.


La policía ha matado a dos muchachos en una manifestación.

Pero no te digo donde porque fue un país democrático.


No todo lo que reluce

está bañado en oro.


Las puertas de las cárceles

dan a ambos lados.


El mundo ya no aguanta

el peso de tantas injusticias,

aunque los sismógrafos

se empecinen

en hacernos creer que es por otra causa.

1 comentario:

  1. Gracias por darlo a conocer. Hay tanta gente buena, con arte, que nunca llega a ser conocida más que por su círculo íntimo...

    ...y hay tanto puto juntaletras que se forra.

    Para saber más del autor:
    Eduardo Mazo

    ResponderEliminar

deja aquí tu comentario